SAN JOSÉ, 11 Dic. 08 (ACI)
La prensa local informó que Ana Victoria Sánchez, una de las mujeres que demandó al Estado costarricense ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos porque éste no permite la fecundación in vitro, decidió retirar la polémica demanda al comprender que los hijos son un don de Dios y no puede arriesgar las vidas de los embriones muchas veces sacrificados en los procesos de fecundación artificial.
"Comprendí que ser padres no es un derecho, sino un don que da Dios, y aunque no sea fácil de aceptar, me di cuenta y lo acepté en mi corazón. Le diría a quienes desean ser padres y físicamente no lo pueden hacer, que acudan a la adopción, hay muchos niños que desean tener una familia y así podemos darles todo nuestro amor a esos niños que lo necesitan", explicó a la prensa.
Según informó el diario Extra, Ana Victoria Sánchez y su esposo adoptaron dos niños, asegura que ellos llenaron su hogar de alegría y los ama profundamente.
La mujer asegura que comprendió que el cigoto es un ser humano en fase inicial y cuando mueren durante el proceso de fecundación in vitro, se pierden vidas humanas y no células. Afirma que ha investigado mucho sobre el tema, admite que su deseo de ser madre la llevó a creer lo que le dijeron, pero ante la duda actuar correctamente, se informó mejor en textos médicos.
La ex demandante envió un documento a la CIDH en el que retira la demanda y ofrece argumentos contundentes contra las técnicas de fecundación in Vitro.
"En medio de toda esta biotecnología es fácil olvidarse de algo que es fundamental: la dignidad del ser humano. Cada ser humano es desde su concepción una unidad de cuerpo y espíritu, posee en sí mismo el principio de vida que lo llevará a desarrollar todas sus potencialidades. Por ello, la dignidad propia de todo ser humano, sin importar las circunstancias específicas con las que se inicia su vida, debe ser siempre considerado un bien, que exige ser reconocido y tutelado", explicó en el texto.
La mujer agrega que "precisamente por esa dignidad inalienable del ser humano desde el primer momento de su existencia, es que he llegado a comprender que solamente la entrega recíproca de un hombre y una mujer, expresada y realizada en el acto conyugal, representa el contexto digno para hacer surgir de una nueva vida humana. La fecundación in vitro, en realidad no es una terapia para la esterilidad, más bien es un modo indigno de producir una nueva vida humana, cuyo comienzo dependería en buena medida de la acción técnica de personas extrañas a los progenitores"."Concebir a un hijo en un tubo de ensayo lo convierte en un objeto más que en un sujeto del amor conyugal, sin tomar en cuenta los costos económicos y sobre todo los riegos de viabilidad y salud física y emocional que conlleva para el embrión y la propia madre, ni otras consecuencias aún más delicadas", agregó.
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