6.12.06

Santo Toribio - un milagro viviente


El 27 de abril del 2006, Lima celebró por todo lo alto el IV Centenario de un gigante de la santidad: Santo Toribio Mogrovejo. La Universidad Nacional de San Marcos en la persona de su rector, Dr. Manuel Burga, conmemoró la incorporación del Santo como doctor honoris causa, el Presidente del Congreso, Marcial Ayaipoma, a nombre del Congreso de la República, condecoró a Santo Toribio de Mogrovejo con la con el grado de Gran Cruz en Grado Póstumo. Mientras que el alcalde de Lima, Luis Castañeda Lossio, entregó la medalla de la ciudad de Lima al Santo Arzobispo. El Enviado Especial del Papa Benedicto XVI, Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, en la clausura del Congreso Académico Internacional Santo Toribio de Mogrovejo manifestó que una de las enseñanzas que debemos rescatar de Santo Toribio de Mogrovejo es su

“valentía de aceptar la voluntad del Señor con total disponibilidad y de entregarse al ejercicio de su ministerio sin reservas hasta el momento de su santa muerte [...] He quedado muy impresionado con la polifacética personalidad de nuestro Santo y puedo asegurarles que, si bien conocía algo de su santa e intensa vida, es ahora cuando he podido conocerlo y quiero junto con ustedes dar gracias al Señor por haber regalado al Perú y a toda América tan Santo y egregio Pastor”

Y luego, Trujillo, Chiclayo, Huaraz, Huacho, Chimbote, San Ramón, El Callao, Carabayllo ...con sus congresos, jornadas, concursos...... Y no es para menos. Este año 2006 se vienen celebrando los centenarios de la muerte de los dos únicos obispos de América que han conocido el honor de los altares. San Ezequiel Moreno, el I Centenario, y Santo Toribio, el IV; hace tan sólo un mes que el Papa ha canonizado al tercero, Rafal Valencia, mexicano, el primero oriundo de América. Nadie como ellos encarnan el perfil trazado por Juan Pablo II en su exhortación postsinodal Pastores gregis en su triple misión de enseñar, santificar y regir, y proponiéndoles “el ejemplo de Pastores santos, tanto para su vida y su ministerio como para la propia espiritualidad y su esfuerzo por adaptar la acción apostólica” (n.25).

Allá por el año 1578, muerto el primer arzobispo de Lima, Jerónimo de Loayza, el Consejo de Indias presentaba al rey Felipe II el perfil del sustituto: “Un Prelado de fácil cabalgar, no esquivo a la aventura misional, no menos misionero que gobernante, más jurista que teólogo, y de pulso firme para el timón de nave difícil, a quien no faltase el espíritu combativo en aquella tierra de águilas”.

Trascendencia universal
Nos ubicamos en el siglo de oro español, en el Renacimiento. Nace en 1538, en el mes de noviembre, en Mayorga (Valladolid), encrucijada de caminos, entre las actuales comunidades autónomas de Castilla-León, Asturias, Cantabria y Galicia. En 1551 inicia sus estudios de Gramática y Humanidades en Valladolid, capital del mundo hispánico. En 1562 acude a Salamanca donde enseña su tío Juan Mogrovejo, catedrático universitario. En 1569 obtiene el título de bachiller en Cánones y en 1571, peregrina a Compostela, y se licencia en Derecho. Cuando cursaba estudios de doctorado en el Colegio San Salvador de Oviedo, en 1574, se le nombra para Granada como Inquisidor Apostólico. En 1580, es propuesto como arzobispo; contaba con 39 años y necesitó una apurada ordenación sacerdotal como paso indispensable para la consagración episcopal. En 1581 llega a Paita y hace su entrada en Lima un 12 de mayo. En 1583 tiene lugar el Tercer Concilio Limense del que emanan tres grandes publicaciones en quechua, aymara y español: el catecismo, el sermonario y el confesonario.
En 1584 comienza su primera visita pastoral. En 1591 acomete una obra decisiva, la creación del Seminario que -dedicado en su día a Santo Toribio de Astorga- hoy lleva su nombre. Se siente, ante todo, pastor dispuesto a dar su vida por sus ovejas. A tal efecto crea nuevas parroquias. De igual modo, impulsará instituciones destinadas a la formación de líderes espirituales, académicos y sociales, en los monasterios como el de Santa Clara, hospitales como el de San Pedro, la Universidad de San Marcos, la Casa del Divorcio.... En 1593 inicia la segunda visita y en 1605 la tercera, falleciendo en 1606, un 23 de marzo, en Saña. Al año siguiente, 1607, un 27 de abril, es enterrado en Lima. En 1679 fue beatificado y en 1726, canonizado.
En 1978, la Conferencia de Puebla, III CELAM, dirá que "Un obispo, santo Toribio de Mogrovejo, es factor de primer orden en ese jalón fundamental de la Iglesia latinoamericana; por su libertad ante el Estado, su inteligencia y voluntad de servicio, es modelo e inspiración de pastores".
En 1983 Juan Pablo II lo nombrará "Patrono de todos los obispos de América Latina".
Nuestro Cardenal, actual sucesor del santo prelado-arzobispo Monseñor Juan Luis Cipriani, en 1999, lo nombró: "Patrono de la Misión Jubilar de Lima", y de la Misión “Remar Mar Adentro” y ahora nos insta a todos con motivo de su año jubilar contemplar la figura de Santo Toribio Alfonso de Mogrovejo un Obispo que promueve santidad, que se entrega con exuberante generosidad a su ministerio evangelizador superando las dificultades e inconvenientes que pueda encontrar. Preocupado por la enseñanza, padre de los pobres, defensor de los naturales, buen organizador de las estructuras eclesiásticas, promotor de las vocaciones que extiendan el reinado del amor divino, y muchas más obras como Pastor de almas.

Milagros con vida
El proceso de beatificación y canonización significará todo un despliegue de testigos encaminados a hacer memoria de la “vida y milagros” de Mogrovejo. Todos los lugares vinculados con nuestro personaje participarán con los tribunales eclesiásticos a fin de atestiguar sobre la vida santa de Toribio. Veremos toda una suerte de comunidad cuasiplanetaria que vuelve a recordar en torno a una vida y unos valores que considera paradigmáticos. Todo llevará a un mayor conocimiento y veneración que se institucionalizará en asociaciones, fiestas, publicaciones, culto, admiración e imitación de los valores solidarios, evangélicos, encarnados en Toribio Alfonso Mogrovejo.

El sucesor en la silla arzobispal, colegial también de San Salvador de Oviedo en Salamanca, natural de Castroverde de Campos (Zamora) y sobrino del santo, Pedro Villagómez, tuvo la suerte de tramitar la beatificación, tal como se observa en las Actas del Proceso y en el mejor compendio de su vida -formado por las declaraciones de los testigos- titulado Sumario y memorial ajustado de las probanzas que por deposiciones de testigos e instrumentos se han hecho por ... D. Pedro de Villagómez e impreso en Lima en 1662.

Si consideramos el milagro tal como lo define la Real Academia de la Lengua: “Hecho no explicable por las leyes naturales y que se atribuye a intervención sobrenatural”, en torno a nuestro santo se han recogido más de un centenar. Dos fueron los milagros sancionados por la Congregación de los Sagrados Ritos de la Santa Sede: la curación total e instantánea de Juan de Godoy, cuyo pecho fue traspasado con una espada, y el manantial de agua brotado en el pueblo de San Luis de Macate. Cuentan las crónicas que el Santo "al ver que las buenas tierras se quedaron sin agua, rogó por los habitantes del lugar, e inspirado por Dios subió a una altura a media legua del pueblo. Allí, revestido de pontifical, golpeó cual otro Moisés con su báculo tres veces las rocas, y de ellas brotaron tres brazos de agua cristalina que hasta ahora da vida, verdor, lozanía a aquella región. que corren en forma de cruz; el derecho riega la estancia de Rocotay, el izquierdo la villa de Macate y el centro corre de este a occidente por la quebrada denominada del milagro.
Este hecho no sólo está autenticado por una tradición constante en el pueblo, sino también porque en la festividad de Santo Toribio, cada 27 de abril, se repite, en el mismo lugar del milagro, el gesto del Santo. Hay además, en la iglesia de Macate una pintura que reproduce la escena, mandada pintar por el cura de Huaraz, Julián Morales. A media legua de la villa, hacia el este, existe esta fuente conocida como la del Milagro, donde existía un pequeño santuario.
Cuentan las crónicas que el Santo “al ver que las buenas tierras se quedaron sin agua, rogó por los habitantes del lugar, e inspirado por Dios subió a una altura a media legua del pueblo. Allí, revestido de pontifical, golpeó cual otro Moisés con su báculo tres veces las rocas, y de ellas brotaron tres brazos de agua cristalina que hasta ahora da vida, verdor, lozanía a aquella región.”.
Son varios los milagros vinculados con el agua: El de Llumpa, que nos refiere la tradición ubicada cerca de Piscobamba, en el lugar llamado Yishpaj por haber hecho brotar buena agua de una parte muy alta para regar el valle de Llacma o Gagananin. Como el Santo se dirigiese a pie de Pumallucay a Piscobamba y subiese fatigosamente en pleno sol de Llacma a Llumpa, se encontró con una mujer que llevaba un cántaro de agua. El prelado le solicitó por amor de Dios un poco de agua para sus acompañantes y para él mismo; la mujer se negó debido al mucho sacrificio que le costaba por traerla de un lugar muy lejano. Los caminantes reanudaron resignados la marcha y volvieron a encontrarse con otra mujer que accedió a la petición de calmar su sed. Santo Toribio, conmovido por la bondad de la mujer, le dijo: Desde ahora no tendrás que seguir sufriendo por tu agua y con el báculo golpeó la roca de donde brotó instantáneamente agua para beneficio de todos los moradores de la zona.
Otra por el estilo sucedió en Recuay, en la quebradita denominada "Arzobispo". Se cuenta que había una pequeña caída de agua con extraño ruido que humedecía el lugar, haciendo crecer una yerba venenosa que mataba a todo ser viviente que la bebía. El Arzobispo, al escuchar las lamentaciones de loa naturales, compadecido, marchó al lugar y lo conjuró rociando con agua bendita a las gentes que lo acompañaban y haciéndoles beber el agua. El prodigio fue tal que nadie sintió los efectos de una cercana muerte. Entonces, todos se postraron de rodillas y agradecieron a Dios y al Arzobispo. A partir de ese momento, las aguas amargas, el santo las bendijo haciéndolas dulces y potables. En las inmediaciones del chorro de agua crece una yerba llamada "yerba del Arzobispo" con propiedades curativas para las mujeres y animales que van a dar a luz.
Varios son los milagros que tienen que ver con el nacimiento. La futura madre se encuentra en dificultades, le procuran una reliquia del santo (el bonete, el pectoral, el zapato) y da a luz perfectamente. Con todas las de la ley se le podría nombrar también patrono de la vida.

José Antonio Benito (jbenito@ucss.edu.pe)Quienes deseen saber más: http://www.arzobispadodelima.org/

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