27.4.07

Francia: JUDÍOS Y CATÓLICOS, DE ACUERDO CONTRA LA EUTANASIA


PARÍS, jueves, 5 abril 2007 (ZENIT.org).- Monseñor André Vingt-Trois, arzobispo de París, y David Messas, gran rabino de París, han considerado conveniente hacer pública una declaración conjunta sobre los enfermos terminales con la que desean contribuir a la promoción de una verdadera y digna atención a las personas al final de su vida.

El arzobispo de París y el gran rabino de París han reiterado su oposición a «toda forma de eutanasia», entendida como «todo comportamiento, acción u omisión, cuyo objetivo es dar muerte a una persona para poner fin así a sus sufrimientos».

«Expresamos una oposición muy firme a toda forma de ayuda al suicidio y a todo acto de eutanasia», se lee en una declaración común hecha pública el pasado 2 de abril.
Los dos firmantes se apoyan en el mandamiento bíblico «No matarás», que «exige de la familia y de los cuidadores no buscar acelerar la muerte del enfermo (...) ni pedir la ayuda de los demás en este objetivo».

Declarándose conscientes de los sufrimientos del enfermo terminal, el arzobispo y el gran rabino animan el recurso a los cuidados paliativos, previsto por una ley francesa de hace dos años.

«La solicitud debida a nuestros hermanos y hermanas gravemente enfermos o incluso agonizantes (...) exige empeñarse en dar remedio a sus sufrimientos (...). No podemos pues sino alegrarnos de lo que la ley invita a desarrollar los cuidados paliativos en todos los hospitales y establecimientos médico-sociales», subrayan.

En este aspecto, el recurso a un tratamiento «que puede tener como efecto secundario acortar la vida» cuando es el único medio de «aliviar el sufrimiento de una persona en fase avanzada o terminal de una afección grave e incurable» se juzga «legítimo bajo ciertas condiciones»: siempre que «el objetivo perseguido administrando este tratamiento (sea) únicamente aliviar los fuertes sufrimientos, no acelerar la muerte».

Mostrándose opuestos al ensañamiento terapéutico, monseñor Vingt-Trois y el rabino Messas afirman: «Sin renunciar en nada a nuestras convicciones religiosas y al respeto debido a toda vida humana, nos parece justo no emprender tratamientos que no obtendrían sino un mantenimiento de la vida al precio de forzamientos o sufrimientos desproporcionados».

«El hecho de no emprender (o de dejar de mantener), para un enfermo determinado, tal o cual tratamiento médico, no dispensa del deber de seguir cuidándolo», especialmente seguir alimentándolo «privilegiando la vía natural».Sin embargo, si las circunstancias excepcionales obligan a «limitar o incluso suspender el aporte de nutrición», esto «no debe nunca convertirse en un medio para acortar la vida», recuerdan los firmantes de la declaración

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