Publicado 2009/06/19 Autor: Gaudium PressSecção: Europa
¿Vuestra Eminencia podría explicarnos cómo surgió la idea del AñoSacerdotal? ¿Cómo fue recibida por el Papa?
En reciente pronunciamiento, Benedicto XVI afirmó que favorecer alperfeccionamiento espiritual de los sacerdotes fue una de lasprincipales causas de la proclamación del Año Sacerdotal. ¿Cuál es la relación entre la santidad personal de los presbíteros y la eficaciade su ministerio?
Siempre hubo una relación muy fuerte. Toda la historia del sacerdocioen la Iglesia ha resaltado eso. Podemos comenzar con la Última Cena.Jesús tenía delante de Sí a los Apóstoles, a los cuales Él dieraformación durante tres años, en Su vida pública. Ellos se adhirieronplenamente al Divino Maestro - claro, con todas las limitacioneshumanas - y lo seguían por todos lados. Y fue a ellos que Cristoentregó este gran ministerio del Sacerdocio que se relaciona, sobretodo, con la Eucaristía, pero también con la predicación, como Él dirádespués: "Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a todacriatura" (Mc 16, 15).
Eso siempre supuso, en primer lugar, una Fe muy profunda, la cual esla raíz de toda espiritualidad. Una Fe que proviene de la adhesión aJesús Cristo, una adhesión incondicional y total, entusiasmada yentusiasmante. Así, el sacerdote - todo cristiano, pero, sobre todo elsacerdote - debe ser una persona que realmente tiene un gran amor aJesús Cristo, está encantado con Jesús Cristo. Esa adhesión comienzapor un encuentro personal y fuerte con Jesús Cristo.
Por ejemplo, vemos en los Evangelios a aquellos discípulos de JuanBautista que van atrás de Jesús y le preguntan: "Rabí, donde vives?"(Jo 1, 38). Jesús respondió: "Venid y ved" (Jo 1, 39). Ellos fueron ysalieron transformados. Tuvieron aquel encuentro fuerte, personal, conJesús Cristo. Aquellos que están abiertos de hecho reciben esa graciade la adhesión. El inicio de la Fe es adherir a Jesús Cristo, creer enÉl, confiar en Él, entregarse plenamente a Él. Eso es el núcleofuerte, central, de toda espiritualidad. Y así debe ser para elsacerdote. Creo que el sacerdote puede aprender mucho al ver aaquellos primeros discípulos adherirse a Jesús Cristo.
Es obvio que después la espiritualidad deberá ser desenvuelta, demuchas formas. Será una espiritualidad, sobre todo, eucarística; unaespiritualidad de la escucha de la Palabra de Dios, porque elsacerdote es predicador de esa Palabra; una espiritualidad de lacaridad pastoral, sobre todo por aquella parte de las ovejas de Cristoconfiada al padre. Y él deberá amar a Jesús Cristo y a esas ovejas, apunto de ser capaz de dar la vida por ellas; sobre todo ser aquel queestá junto a los más sufridos, los más necesitados, los más pobres.Todo eso tiene que ver con la caridad pastoral y son elementosfundamentales de esa espiritualidad.
Espiritualidad no es una cosa vacía, de mero sentimiento, sino quetiene ejes muy firmes y, digamos así, muy fuertes. Son actitudes devida, son compromisos, es ser capaz de donarse realmente. Ahí es queestá la fuerza de la espiritualidad. Y es eso que da, de hecho, alsacerdote una mejor comprensión de su identidad, del sentido de suministerio, por lo tanto, de la identidad sacerdotal. Y le da fuerzapara vivir su vocación y cumplir la misión que le es confiada por esavocación.
Entonces, la espiritualidad realmente es fundamental. Y el Papasiempre ha acentuado - y nosotros también, constantemente hablamos conlos Obispos sobre eso - que ellos deben estar muy atentos adesenvolver la espiritualidad y dar a los padres oportunidades dedesenvolverla también. Y una espiritualidad que sea realmente fuerte,de contenidos muy definidos, como acontece, repito, con laespiritualidad eucarística. Pero la espiritualidad mariana también esmuy importante, porque Nuestra Señora es, de hecho, un gran modelo deFe. Es la mujer eucarística, como siempre se dice con mucha razón.Entonces, la espiritualidad mariana también hace parte de laespiritualidad sacerdotal.
¿El Año Sacerdotal pretende resaltar algún punto de esa espiritualidad?
Mira, estamos insistiendo mucho en que la programación del AñoSacerdotal sea marcadamente local, que cada Iglesia local haga unprograma. En vez de esperar apenas contenidos enviados de Roma, ellosmismos - el Obispo con sus sacerdotes - deben sentarse juntos,reflexionar, meditar, rezar, celebrar, hacer un programa. Claro que deaquí también vamos a enviar contenidos, a comenzar por el propio Papa,obviamente. Ayer, Fiesta de Corpus Christi, él ya habló sobre ese Añoespecial. El día 19, apertura del Año Sacerdotal, hará homilía,hablando sobre el tema. A lo largo del año, ciertamente, va abordarestos temas de la vida y de la misión sacerdotal. Inclusive, esperamosque él pueda publicar una Carta Apostólica para los padres de todo elmundo.
Pretendemos enviar, a través del site de la congregación, un mensajemensual. Vamos a publicar también el texto sobre las misiones de lospresbíteros, que es fruto de la última plenaria de la Congregaciónpara el Clero, pues creemos es muy importante re-despertar laconsciencia misionera, estimular que el padre realmente vaya enmisión. La misión ayuda mucho al padre a redescubrir su identidad, sualegría de ser padre, porque él va encontrar a las personas que estána la espera de una luz verdadera que les de sentido a la vida, que lasoriente. Se trata de salir en busca de esas personas que no vienen porsí mismas, pero son muy abiertas a esa luz.
Además de las iniciativas y propuestas que partirán de laCongregación, esperamos que haya congresos de las universidadescatólicas sobre el sacerdocio. Serían, por lo tanto, reflexionesprofundizadas sobre el día-a-día, la misión, la vida, laespiritualidad del sacerdote. Esperamos que sean programados retirosespirituales específicos para retomar la identidad sacerdotal, elcelibato sacerdotal y esa cuestión de la espiritualidad y de lamisión, que nosotros queremos acentuar mucho.
¿De qué manera y en qué medida los fieles pueden participar del Año Sacerdotal?
Eso es fundamental porque el padre existe para los laicos, el padreexiste para el pueblo de Dios, el padre existe para la comunidad localque le es confiada. Entonces, es realmente muy importante envolver alos laicos en el Año Sacerdotal. Estamos insistiendo en ese punto, yes por eso que se celebrará el Año en las comunidades parroquiales yotras comunidades. Y allí, obviamente, es muy importante que loslaicos también reflexionen sobre la identidad sacerdotal; que, juntoscon los padres reflexionen sobre cual es de hecho la vocación y lamisión del sacerdote.
Pero nos gustaría mucho que este año sea bastante positivo también enotro sentido. A pesar de todo cuanto la prensa publicó en estosúltimos tiempos sobre graves delitos de una parte de los padres - unaparte muy pequeña, pero que ocasionó una visión negativa de parte dela opinión pública al respecto del sacerdocio -, que los laicos seancapaces de decir a sus padres, como también nosotros queremos decirnuevamente, que en verdad, en su grandísima mayoría, los padres sonfieles, son dignos, son hombres que dan toda su vida por la Iglesia,por el pueblo, en fin, por Jesús Cristo y, por lo tanto, nosotros losadmiramos, nosotros los amamos, nosotros los veneramos y la Iglesia seufana de ellos. Eso los laicos deberían ayudar a decir de nuevo a lospadres, para que estos se sientan, de hecho, reconocidos en aquelloque son. Eso no es apenas una bella palabra. La realidad es esta:realmente, en su grandísima mayoría, los padres son hombres dignos yla Iglesia tiene gran orgullo de ellos.
Pero nos gustaría mucho que este año sea bastante positivo también enotro sentido. A pesar de todo cuanto la prensa publicó en estosúltimos tiempos sobre graves delitos de una parte de los padres - unaparte muy pequeña, pero que ocasionó una visión negativa de parte dela opinión pública al respecto del sacerdocio -, que los laicos seancapaces de decir a sus padres, como también nosotros queremos decirnuevamente, que en verdad, en su grandísima mayoría, los padres sonfieles, son dignos, son hombres que dan toda su vida por la Iglesia,por el pueblo, en fin, por Jesús Cristo y, por lo tanto, nosotros losadmiramos, nosotros los amamos, nosotros los veneramos y la Iglesia seufana de ellos. Eso los laicos deberían ayudar a decir de nuevo a lospadres, para que estos se sientan, de hecho, reconocidos en aquelloque son. Eso no es apenas una bella palabra. La realidad es esta:realmente, en su grandísima mayoría, los padres son hombres dignos yla Iglesia tiene gran orgullo de ellos.
¿Vuestra Eminencia estaba hace más de ocho años al frente de una delas mayores diócesis del mundo, cuando fue nombrado prefecto de laCongregación para el Clero. Como hizo para adaptarse a la nueva función?
Somos varios jefes de dicasterios - como son llamados los prefectos delas Congregaciones y los presidentes de los Pontificios Consejos - quefuimos Obispos diocesanos durante cierto tiempo, y después designadospara algún cargo en la Curia. Esa experiencia en las actividadespastorales es muy importante porque traemos un punto de vista másdireccionado para el aspecto pastoral. Y yo fui Obispo diocesanodurante 32 años. Eso, creo, me ayuda en el ejercicio de mis actualesfunciones, especialmente en lo relativo a los sacerdotes, a losdiáconos, a la catequesis, que son las competencias de estaCongregación.
Claro que no es fácil adaptarse al nuevo ritmo de vida, a no tener másuna comunidad, en la cual se trabaja directamente con el pueblo. Elservicio en la Curia tiene siempre una dimensión pastoral fundamental,sólo que de un nivel universal, no envuelto directamente con elpueblo.
Comprende también todas las actividades técnicas, administrativas,porque una Congregación tiene inclusive competencias gobernativas,ella hace parte del gobierno de la Iglesia universal. Y eso, claro, esnecesario aprender. Para adaptarse, basta tener amor al trabajo, bastacreer que está haciendo la voluntad de Dios. Y estoy seguro de que Élquiere que yo esté aquí, porque el Papa me llamó.
¿En la Arquidiócesis de São Paulo, Vuestra Eminencia se destacó en lapreocupación por la formación de los presbíteros. Cómo ve lainstrucción y la formación del clero?
Debemos comenzar diciendo que eso difiere mucho de diócesis paradiócesis, de país para país, porque todo se incultura, todo tiene suhistoria. Y en este sentido la Iglesia es muy diferenciada - esto esbueno, porque la legítima diversidad enriquece la Iglesia, traeexperiencias diferentes - pero existe una gran unidad. La formación enlos seminarios es de competencia de la Congregación para EducaciónCatólica. Pero la formación permanente, a partir del momento en que elseminarista recibe la ordenación presbiteral, compete a nuestraCongregación. Y debemos tomar siempre el cuidado de tener propuestasuniversales, válidas para todas las diócesis, que sean importantes deser seguidas.
Ahora, cuando se analiza la historia reciente de la formación en losseminarios, se nota que, aunque hayan habido muchas mudanzas despuésdel Concilio Vaticano II, el sacerdote de Jesús Cristo que debe serformado continúa siempre el mismo. En este sentido, se trata siemprede la misma formación, porque el sacerdocio no cambia. Jesús Cristo esel mismo, ayer, hoy y siempre. Y para ser discípulo de Él debe tenersesiempre las mismas grandes exigencias y el mismo gran amor.
Entonces las mudanzas no fueron tan radicales, fueron mudanzas demétodo para conseguir los mismos objetivos. Después del Concilio, hubomuchas, así llamadas, experiencias nuevas. Algunas correctas, otrasfracasaron, otras llevaron a recuperar ciertas metodologías que habíansido abandonadas, pero que se vio, al final, ser importanteretomarlas. Entonces, hubo todo un proceso de búsqueda de caminos,pero no de mudanza de objetivos: los objetivos son los mismos porqueel sacerdocio es el mismo.
El sacerdote debe siempre ser un hombre con la cultura de su época, éldebe saber llevar a Jesús Cristo para el mundo de hoy, que esdiferente del mundo de siglos atrás. Bajo este aspecto hubo cambios,pero el gran ministerio del sacerdote es siempre el mismo. Elministerio de la Eucaristía, de la Palabra, de la santificación, delpastor que dirige a su comunidad son los grandes ministerios delpadre, que vienen desde Jesús Cristo.
¿Qué Vuestra Eminencia diría a los fieles, para llamarlos a participar del Año Sacerdotal?
Yo recomendaría que comiencen por procurar tener una comprensión másprofunda de lo que es un presbítero. Este hombre de Dios, en verdad,sólo se entiende a la luz de la Fe, no se puede reducirlo a un serhumano que tiene una profesión de la cual él vive. No! El sacerdocioes un don de Dios. Por lo tanto, la comunidad deberá acoger al padrecomo un don de Jesús Cristo, no como algo fabricado por ella.
En segundo lugar, tener mucho amor al sacerdote. Y no apenas colaborarcon él, como dijo el Papa recientemente, sino sentirse corresponsablepor la propia iglesia. No ayudar al padre simplemente por pensar queél está haciendo una cosa buena, sino dejando con él toda laresponsabilidad. No. Cada cristiano, cada bautizado debe sentir queaquello que tiene que ver con la Iglesia tiene que ver también con él.Y aunque sea laico o laica debe decir: "Yo también soy responsable."
Además de eso, rezar por los sacerdotes y por las vocaciones. Dar aentender al padre que nosotros lo amamos, lo admiramos, nos alegramosde tenerlo como nuestro pastor y queremos ser un apoyo para él. Así elAño Sacerdotal será un año positivo que ayude a los padres a crecer enla alegría de su vocación, a sentir la alegría de realizar su misión,aunque eso les cueste mucho sacrificio.
Biografía de Mons. Cláudio Hummes
Mons. Cláudio Hummes, OFM, recibió la ordenación sacerdotal en 1958, alos 24 años de edad. Se graduó de Doctor en Filosofía y cursó diversosinstitutos superiores de enseñanza. Desde los primeros años de suministerio, ejerció, entre otras, la función de formar a los futurossacerdotes de su orden religiosa. Al ser electo obispo de Santo André(SP), en 1975, era superior de la Provincia Franciscana de Río Grandedo Sul. En 1996, fue promovido a arzobispo de Fortaleza, dondepermaneció apenas dos años, siendo convocado para regir laarquidiócesis de São Paulo en 1998. Juan Pablo II lo elevó alcardenalato en 2001 y Benedicto XVI lo nombró prefecto de laCongregación para el Clero en 2006.
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