Fuente: ZENIT.org
Mulieris dignitatem es más actual que nunca porque en esta carta el Papa expresa la verdad del hombre, que es varón y mujer, y sienta sus principios antropológicos. Y en estos momentos una revolución de género en el fondo está cuestionando esa verdad el hombre, inseparable por otra parte de Dios.
Clave en el texto pontificio es que «el hombre es creado por Dios, está constituido con una verdad: una humanidad única diferenciada hombre-mujer. Tal diferencia lleva a la unidad, a la comunión; no puede haber dominio de uno sobre otro, sino respeto a la dignidad de ambos en su singularidad e irrepetibilidad.
Grupos de presión, iniciativas legislativas y medios de comunicación están siendo vehículo de esta ideología de género, una revolución cultural en toda regla.
En la ideología de género la sexualidad no se acepta propiamente como constitutiva del hombre, sino que el ser humano sería el resultado del deseo de la elección, de manera que, sea cual sea su sexo físico, la persona --sea mujer o varón-- «podría elegir su género» y modificar su opción cuando quisiera: homosexualidad, heterosexualidad, transexualismo, etcétera.
En esta revolución cultural el nexo individuo-familia-sociedad se pierde y la persona se reduce a individuo, y se constata, por lo tanto, «el cuestionamiento radical de la familia y de su verdad --el matrimonio entre un hombre y una mujer abierto a la vida-- y de toda la sociedad».
Este panorama reclama una relectura «Mulieris dignitatem», donde el Papa Karol Wojtyla trazó las raíces antropológicas y teológicas de la verdad de la persona humana --hombre y mujer--.
Y el texto pontificio partía del libro del Génesis: el hombre --varón y mujer-- ha sido creado --no se ha hecho a sí mismo-- por Dios, es la culminación de la creación que vio Dios que era buena, el género humano, que tiene su origen en la llamada a la existencia del hombre y de la mujer, corona toda la obra de la creación; ambos son seres humanos en el mismo grado.
Y el texto pontificio partía del libro del Génesis: el hombre --varón y mujer-- ha sido creado --no se ha hecho a sí mismo-- por Dios, es la culminación de la creación que vio Dios que era buena, el género humano, que tiene su origen en la llamada a la existencia del hombre y de la mujer, corona toda la obra de la creación; ambos son seres humanos en el mismo grado.
Por todo ello ser hombre y ser mujer son realidades queridas por Dios: en su igualdad y en su diferencia, uno y otro tienen una común dignidad».
No es que Dios haya hecho "incompletos" al hombre y a la mujer, sino que los ha creado para una comunión de personas, en la que cada uno puede ser "ayuda" para el otro porque son a la vez iguales en cuanto personas y complementarios en cuanto masculino y femenino.
El amor, por lo tanto, es lo que define la verdad de la persona --hombre y mujer--, la esencia y el cometido de la familia; por eso la familia recibe la misión de vivir, custodiar, revelar y comunicar el amor como reflejo vivo de Dios, que es amor.
La consecuencia es de extrema importancia, porque así, en la familia los hijos encuentran en el suelo de una realidad sólida y perciben que vivir es una posibilidad gozosa y una gracia; no una desgracia o un azaroso destino».
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