2.1.10

Latinoamérica: VHI lanza red de sacerdotes por la vida


En el auditorio del centro Confinanciera, de la capital colombiana, se lanzó de forma oficial en el día de ayer [19 de octubre del 2009] la "Red Latinoamericana de Sacerdotes y Seminaristas por la Vida", con la asistencia de numerosos representantes de asociaciones cívicas y laicales. La Red es dirigida por el P. Juan Carlos Chávez, sacerdote ecuatoriano con más de 20 años de ministerio, especialista en teología moral en Roma, y quien ha dedicado buena parte de su vida a la formación en seminarios.

Esta entidad tendrá como uno de sus objetivos primordiales "promover el evangelio y la Cultura de la Vida entre los sacerdotes diocesanos y la mayoría de los seminaristas de América Latina", permitiendo que los clérigos "cuenten con instrumentos pastorales que les permitan llegar a sus fieles con una visión compartida de la sexualidad humana según la Revelación y el Magisterio de la Iglesia", afirmó el P. Chávez.

En las palabras del sacerdote, es necesaria una espiritualidad específica en el tema de la vida humana, que favorezca una renovación sacerdotal en estos ámbitos: "El sacerdote del S. XXI debe ser santo y debe ser por la vida. De tal manera que cada sacerdote cuando llegue a una parroquia diga como Cristo ‘He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia', puesto que la causa de la vida es la causa de Dios", destacó.

Asimismo, la Red tendrá como empeño denunciar la tríada que se establece entre educación sexual hedonista, anticoncepción y aborto, mostrando las opciones que existen para romper ese círculo vicioso.

Por estos días el P. Chávez se encuentra visitando a autoridades eclesiásticas de las más importantes ciudades de Colombia, exponiendo la constitución y los objetivos de la Red, al tiempo que motivando a sacerdotes y seminaristas para que se integren en sus labores.

La Red Latinoamericana de Sacerdotes y Seminaristas por la Vida está vinculada a la organización Human Life International, entidad dirigida por el Rev. Padre Thomas J. Euteneuer, que cuenta con 99 oficinas satélite en 87 países del mundo entero.

Más información sobre la Red Latinoamericana de Sacerdotes y Seminaristas por la Vida en el correo: johamkarl@hotmail.com.

Fuente: “Se lanza en Bogotá la "Red Latinoamericana de Sacerdotes y Seminaristas por la Vida",
Bogotá, Gaudium Press, 16 de octubre del 2009.


Nota del equipo de Redacción:

Tuvimos al Padre Juan Carlos Chavez en Lima y está casi confirmado que en el 2010 regresa a nuestro país para reunirse con sacerdotes y seminaristas. Para más información escriba a ceprofarena@gmail.com

EEUU: Homosexualidad no es normal ni benigna


Experta norteamericana revela: "Homosexualidad no es normal ni benigna"


WASHINGTON D.C., 13 Ago. 09 / 05:58 am (ACI)


Una enfermera norteamericana que trabajó durante años en el hospital de la facultad de medicina en la Universidad de Stanford en California (Estados Unidos) publicó recientemente un revelador ensayo donde señala cómo se ha venido ocultando, por razones ideológicas, las graves consecuencias para la salud individual y pública de las conductas homosexuales.

El artículo, publicado en español por el Comité Independiente Anti-SIDA, fue escrito por la enfermera profesional Kathleen Melonakos, quien revela lo que ha observado en el mundo de la salud 30 años después de la controvertida decisión de la Asociación Psiquiátrica Americana (APA) de suprimir la homosexualidad como patología, cediendo a las presiones de los grupos militantes homosexuales.

"Trabajé como enfermera durante varios años en los ochenta y noventa en el Centro Médico Universitario de Stanford, donde pude ver algo del daño que los homosexuales hacen a sus cuerpos con algunas de sus prácticas sexuales", dice el artículo.

"La co-autora de mi propio libro de referencia médica, Saunders Pocket Reference for Nurses, era la jefa del departamento de cirugía en Stanford. Estoy segura, a la luz de mi experiencia clínica, y como consecuencia de haber hecho considerables estudios sobre ello desde ese momento, que la homosexualidad ni es normal ni benigna; más aún, es una adicción letal de conducta, tal como subraya el Dr. Jeffrey Satinover en su libro ‘Homosexualidad y la Política de la Verdad’," escribe Kathleen Melonakos.

"Por lo que yo sé, no existe otro grupo de personas en los Estados Unidos que muera de enfermedades infecciosas en sus cuarenta y tantos años, que el de los que practican la homosexualidad. Esto, para mí, es trágico cuando sabemos que la homosexualidad puede ser prevenida en muchos casos, o sustancialmente sanada en la edad adulta cuando existe suficiente motivación y ayuda".

Según la experta, las enfermedades a las que los homosexuales activos son vulnerables pueden ser clasificadas como sigue: Enfermedades clásicas transmitidas sexualmente (sífilis); enfermedades entéricas (infecciones de especies Giardia lamblia, -‘enfermedad del intestino gay’-, Hepatitis A, B, C, D y citomegalovirus); trauma (que tiene como consecuencia incontinencia fecal, hemorroides, fisura anal, edema penil y el síndrome de inmunodeficiencia adquirida SIDA).

"Mi pregunta principal es: ¿Por qué la homosexualidad no es considerada un desorden simplemente por sus consecuencias médicas? Muy simplemente, una persona objetiva, que tan sólo mire las consecuencias de estilo de vida de la homosexualidad, tendría que clasificarla como algún tipo de patología. ¿Conduce o no a una vida dramáticamente recortada? Los estudios dicen que sí, algunos hasta el 40%, siendo el estudio Cameron sólo uno de otros muchos estudios que sugieren esto. Tomados juntos, estos estudios establecen que la homosexualidad es más mortal que el tabaco, el alcoholismo o la adicción a las drogas".

Según la enfermera, lamentablemente "hay un elemento de negación, en el sentido psicológico, de lo que las enfermedades relacionadas con el mundo homosexual realmente significan".

"Existen razones sin ambigüedad –agrega la experta– para pensar que la homosexualidad en sí produce deterioro generalizado en la efectividad y funcionamiento social. Sí de hecho es una adicción letal, y los muchos estudios que documentan los patrones de conducta son correctos (muestran patrones compulsivos de promiscuidad, sexo anónimo, sexo por dinero, sexo en lugares públicos, sexo con menores, drogas concomitantes y abuso de drogas, depresión, suicidio), para que la APA discuta que estas características no constituyen un ‘deterioro de efectividad o funcionamiento social’, extiende los límites de la plausibilidad. Discutir que la muerte temprana no constituye un ‘deterioro de efectividad o funcionamiento social’ es absurdo"

Dignidad del embrión humano: Una defensa desde la filosofía

Dignidad del embrión humano: Una defensa desde la filosofía

Lic. Nancy Estela Salazar

En diversos medios de comunicación estamos encontrando titulares como este: “Enfrentamientos entre movimientos feministas y movimientos religiosos generados por el debate congresista sobre la despenalización del aborto”. Ante estos titulares es necesario preguntarse ¿solo los religiosos deben defender la vida humana de estas personas indefensas por sí mismas?, ¿solo ellos tienen la luz para darse cuenta del valor de la vida de estos seres tan dignos como nosotros?.

Yo pienso que no, todos los hombres con el suficiente uso de razón tenemos la luz natural para reconocer el valor de la vida humana de estas persona que reclaman a gritos ser defendidos, por todos desde el ámbito que nos encontremos.

Para motivarles a leer es bueno empezar citándoles una anécdota muy conocido: “Cierto día le preguntaron a un premio Nobel, que justificaba el aborto eugenésico, si hubiera permitido el aborto de una mujer tuberculosa y deprimida, maltratada por su marido alcohólico, con el feto expuesto a defectos congénitos y graves perturbaciones emocionales. Ante la contestación afirmativa, el interlocutor contestó que acaba de eliminar al eminente músico alemán Ludwig Van Beethoven” (Pardo, 2004: 69).

De este hecho, se puede deducir fácilmente que al despenalizarse el aborto en nuestro querido Perú ¿cuantas personas brillantes, capaces de mejorar el mundo, estaremos eliminando?

Por tanto, en este artículo se intentará hacer una defensa de la dignidad personal del embrión humano, desde la filosofía, utilizando un método reflexivo e intentando presentar algunas argumentaciones dirigidas a la razón, no al corazón o sentimiento de las persona; pero también teniendo en cuenta lo que nos enseña el sentido común y sin olvidar lo que la ciencia ha demostrado sobre la vida humana en su etapa original.

En primer lugar es necesario precisar el significado de la palabra dignidad. La dignidad constituye una especie de preeminencia, de bondad o de ca¬tegoría superior, en virtud de la cual algo destaca, se señala o eleva por encima de otros seres, carentes de tan alto valor (Melendo, Tomás, 2005: 41).

Por tanto digno es aquel ser que se destaca entre los otros seres por su valor intrínseco, es decir que le es propio. De esta forma un ser es más digno que otro y la persona humana es la más digna de todos los seres que existen en el universo visible, porque tiene un ser superior al de los animales, plantas y seres inertes. Justamente por poseer un ser personal, el hombre posee una máxima dignidad en relación de todos los seres corpóreos.

Para una mejor entendimiento de la dignidad personal del embrión es necesario precisar el significado de persona. Desde la antigüedad “el vocablo persona se halla emparentado ya en sus comienzos con la noción de lo prominente o relevante, que es el significado o la connotación que prevalecerá a lo largo de toda la historia” (Melendo, Tomás: 2005:21).

De esta forma se puede deducir fácilmente que los términos persona y dignidad están muy emparejados en cuanto a su significación. Así lo afirmó Santo Tomás de Aquino: Persona es un «nombre de dignidad: nomen dignitatis» (De Potentia, q. 8, a. 4 c.)

Es también importante aquí citar la descripción clásica de Boecio sobre la persona como una «substancia individual de naturaleza racional». Aunque esta descripción de persona haya sido muy mal interpretada y por lo mismo criticada, es necesario tenerla en cuenta puesto que hace referencia a dos aspectos fundamentales del ser personal: Una realidad individual-subsistente y un modo de ser específico: de naturaleza racional.

La persona humana es, en consecuencia un ser que subsiste por sí mismo, es decir que tiene una existencia autónoma, tal como lo dijo Santo Tomás de Aquino: “El modo de ser propio de la persona es dignísimo (dignissimum), por cuanto indica a algo que existe por sí (per se existens)” (De Potentia, q. 9, a. 4).

Y el modo propio del ser personal humano es que es de naturaleza racional, y aquí se interpreta a la racionalidad no solo como una intelectualidad fría, sino abarca toda la riqueza espiritual del hombre, de acuerdo a la interpretación realizada por muchos filósofos personalistas y entre ellos Tomás Melendo: “(la naturaleza racional) apela a una manera de ser que es, justamente, la de un compuesto de espíritu y materia, dotado por eso no solo de entendimiento-razón, sino también de voluntad, de sensibilidad,… de la aptitud y necesidad de relacionarse con el mundo y, en particular, con las restantes personas, dando y recibiendo recíprocamente, etc”.

De acuerdo a lo citado se puede deducir fácilmente que el fundamento de la dignidad personal del hombre se encuentra en lo que el hombre es en sí mismo y en lo que está llamado a ser. Ya que la naturaleza humana incluye todo ese conjunto de potencialidades o virtualidad que el hombre puede llegar a desarrollar o actualizar a través de su obrar libre y racional.

Este ser subsistente individual y naturaleza racional está en el embrión humano desde el momento de su concepción. Esta verdad no lo pueden conocer las ciencias experimentales, puesto que solo el cuerpo humano que es materia puede ser conocido y estudiado a través del método experimental. La verdad sobre el ser personal del hombre solo puede ser conocida a la luz de la filosofía o de la teología con sus medios cognoscitivos propios, partiendo de los datos que nos ofrecen las ciencias experimentales. Así nos lo recuerda Gonzales: “el carácter personal del embrión humano, lo mismo que en el disminuido… no es accesible mediante el método de las ciencias empíricas. Ello se puede comprender a partir de los datos de las mismas ciencias, mediante un saber en el que también el corazón, esto es la libertad, esté implicada”.

Por tanto, para tener un conocimiento real de la persona humana, es necesario tener integrar los datos de la experiencia, las ciencias positivas, la filosofía y también lo que nos enseña la fe, la teología; de lo contrario caeríamos en una concepción reduccionista. Pero además, como lo precisa el texto citado, se requiere una dosis de buena voluntad, ya que “no hay más ciego que el que no quiere ver”.

Por eso es importante entender lo que es un embrión humano desde los aportes de la ciencia. Siguiendo a Pardo “es el resultado último de la fusión del gameto masculino (espermatozoide) con el femenino (óvulo), que tiene lugar en la trompa de Falopio. Es un nuevo individuo de la especie humana, que funciona por procesos autónomos con una finalidad concreta, desarrollarse” (2004:61). El ser humano se origina en el instante mismo de la concepción, ni antes ni después se inicia la existencia de un nuevo ser que se presenta como distinto de la madre, único e irrepetible. Este hecho ha sido reconocido por el prestigioso genetista Jérome Léjeune: “aceptar el hecho que después de la fecundación existe un nuevo ser no es más una cuestión de gusto u opinión. No es una hipótesis metafísica, sino una evidencia experimental” (Pardo, 2004: 62).

Este nuevo ser, por tanto, posee existencia propia, es un ser distinto del ser de la madre, no una parte de ella, de la que podrá disponer a su antojo, tal como dice Pardo: “El nuevo ser viviente tiene un código genético propio, distinto al de su madre y al de su padre. El embrión tiene en sí el principio constitutivo del propio ser, es decir es autónomo y, por tanto, no es una parte de la madre. Pero, ciertamente, depende extrínsecamente de la madre, no puede vivir fuera del refugio de su madre, se moriría. El embrión es un ser autónomo, pero dependiente”

En consecuencia, el ser humano desde su concepción tiene un ser excelente y autónomo, quien tiene en sí todas las potencias listas para desarrollarse y llegar a la plenitud de su ser personal. En su mismo ser está esa potencialidad o virtualidad para actualizarse plenamente si se ponen las condiciones necesarias para la realización de su proyecto humano.

El hecho que el embrión dependa de la madre para recibir la protección y el alimento necesario es sólo circunstancial. La dignidad de la persona no depende de aspectos externos o circunstancias pasajeras, su dignidad depende de la nobleza de su ser que le permite tener un contenido ontológico excedente que necesitará de los otros para darse, porque se pertenece a sí mismo, posee el ser en propiedad privada y por lo mismo es capaz de desplegar su ser hacia su plena realización. Esta autonomía de la persona humana es en el ser primariamente y como consecuencia en su actuar, pues el obrar sigue al ser. Por eso aunque la persona todavía no manifieste un obrar autónomo, posee un ser excelente y autónomo, fundamento último de su dignidad. Pues si no posee un ser autónomo jamás tendrá un obrar autónomo (libertad).

Sin embargo, la autonomía de la persona humana no es absoluta, tal como lo afirma Tomás Melendo “…siendo la (autonomía) del varón y la mujer personas en sentido menos pleno y perfecto, ni la bondad de su ser ni su intimidad ni su autonomía resultan absolutas”. Por lo tanto cualquier persona requiere o necesita de otra u otras”. De ahí que se hable en toda persona humana de una dependencia, pero de una “dependencia por exceso que no nace por indigencia alguna, sino al contrario, de su grandeza o excelencia, de su sobreabundancia en el ser”. Por esta razón, el destino de cualquier persona es justo el de entrar en relación con otras personas para entregarse, para darse.

El embrión humano, como toda persona humana, es dependiente de su madre, pero esta dependencia no es ontológica, es circunstancial, temporal. El posee un ser autónomo, ser en sí mismo y no en el ser de la madre; es una sustancia individual, distinta de la sustancia de la madre, no es un accidente; es único e irrepetible, valioso por sí mismo, con todas las potencialidades de una persona humana, aunque todavía no manifieste una actuación autónoma.

El embrión humano es persona y por lo mismo digno desde el instante de la concepción, y como persona posee una naturaleza racional; pues si bien es cierto su cuerpo no está todavía desarrollado y no se manifiesta como humano (en los primeros meses de vida), él posee una alma espiritual perfecta, quien todavía no se expresa al exterior porque necesita de un cuerpo desarrollado para ejercitar su inteligencia y su voluntad libre; pero es precisamente su alma racional la que le hace ser persona, tal como afirma Jesús García (2003), siguiendo a Tomás de Aquino: “la razón por la cual el hombre es persona es precisamente su alma racional, su espíritu. En caso de no tenerlo o si el alma del hombre fuera como el de los animales, puramente sensitiva el hombre no sería persona; sería una cosa”.

Tampoco podemos afirmar que el embrión humano es persona solo en potencia, porque como se ha explicado anteriormente es un ser que tiene existencia propia y una nobleza superior. Justamente su actualidad deriva de ese ser que es el soporte de todas sus perfecciones accidentales y en virtud del cual se va actualizando, desarrollando sus perfecciones propias, poco a poco. Así lo proclama Pardo: “El embrión no es un hombre en potencia sino un ser humano en acto. No es una persona potencial, sino que es actualmente una persona humana con potencialidades todavía no actualizadas. Lo que está en potencia es el desarrollo de unas facultades, pero no el sujeto de tales facultades” (2004:69).

La excelencia o nobleza del ser personal del embrión radica justamente en su naturaleza racional, cuyo obrar racional todavía no se expresa, pero posee verdaderamente potencias racionales como la capacidad de conocer intelectualmente y de amar libremente, que si se ponen todas las condiciones favorables las llegará a desarrollar, en menor o mayor grado. El sentido común nos informa que no será lo mismo el ser de un embrión humano que un animal, ya que éste jamás llegará a desarrollar una racionalidad, justamente porque su naturaleza no está dotada de esa potencialidad que es solo humana.

Tampoco podemos sustentar la dignidad o grandeza del ser humano en sus cualidades (perfecciones accidentales), tal como lo afirma Leonardo Polo (1991): El hombre no es sus cualidades. Las cualidades pueden ser más o menos atractivas, más o menos útiles, más o menos valiosas por muchos motivos: pero ellas no merecen el reconocimiento absoluto que en cambio, merece su portador. Solo el hombre es digno por encima y debajo de su cualidades”.

Por lo tanto toda persona no nacida, desde el mismo instante de la concepción, debe ser respetada en su ser. Y son los padres lo más llamados a defender la dignidad personal de su hijo no nacido frente a cualquier peligro; y son ellos los que deben posibilitar el desarrollo pleno de su ser personal.

De ahí que el aborto provocado sea uno de los crímenes más espantosos que pueda realizar el hombre, pues se trata de un atentado a la dignidad de una persona humana que posee un valor eminente como cualquier otra persona. Y se agrava la situación cuando son los mismos padres quienes procuran directamente quitar la vida a sus propios hijos, personas inocentes e indefensas que gritan en el seno materno exigiendo que se les respete como personas humanas, dignas de ser amadas por sí mismas, independientemente de sus circunstancias, cualidades, defectos. La excelencia de su ser reclama ser respetada y defendida.

No hay, por tanto, ninguna razón que justifique semejante crimen, porque la vida humana es un valor absoluto que debe ser respetada y querida por sí misma; y defendida por todos.

Este escrito solo ha querido defender la dignidad del embrión desde los aportes de la antropología filosófica. En posteriores escritos se puede argumentar a la luz de la moral filosófica o ética. Ya que el aborto no es conveniente para la humanidad desde ningún punto de vista: económico, psicológico, sociológico, médico, jurídico, filosófico y religioso.

Pero no quiero terminar sin antes invitar a los estudiosos de los diferentes ámbitos del saber humano para que hagan una defensa de la dignidad del embrión humano, frente a este terrible mal que nos está acechando y que va exterminando a muchos millones de niños con el apoyo de autoridades y legislaciones permisivas, fundamentándose no en argumentos racionales, sino en argumentaciones formales que parten de casos aislados, dirigidos solo a conmover el sentimiento de las autoridades legislativas; aunque en realidad debajo de todo esto están los interés personales, ideológicos y económicos, de un grupo de personas que se han olvidado del valor ontológico personal y se han quedado solo en una valoración material y circunstancial de la persona humana, cuyo único principio válido será: el fin justifica los medios.

Lic. Nancy Estela Salazar
Profesora de Antropología filosófica y Ética
Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo.

Bibliografía
1. Melendo, T. (2005), Introducción a la antropología: La persona, Madrid: Ediciones Internacionales Universitarias.
2. Melendo, T; Millán- Puelles, L. (1996), Dignidad: ¿una palabra vacía? Pamplona: EUNSA.
3. Melendo, T. (2001), Las dimensiones de la persona, Madrid: Editorial Palabra
4. Pardo, J. (2004), Bioética práctica al alcance de todos, Madrid: RIALP.
5. Polo, L. (1991), Quién es el hombre. Un espíritu en el mundo, Madrid: RIALP.
6. Gonzales, Ana; y otros (2002), Vivir y morir con dignidad: Temas fundamentales de bioética en una sociedad plural. Pamplona: EUNSA.

En defensa del Catolicismo: lo que todo católico debe saber



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