10.11.06

Blanca Neira Canales




Fácil y difícil hablar de Blanqui, fácil por su trasparencia de vida. Difícil porque seguirla era complicado, sus sueños eran altos, sus aspiraciones inéditas, hasta su caminar era rápido. Creo que nadie puede imaginar a una Blanca de caminar pausado, de sueños cortos, de un hablar tímido.

Blanca vio la luz de este mundo en la ciudad blanca de Arequipa un primero de Abril de 1941 Sus padres, Moisés y Consuelo, se sorprendían con las habilidades que desde muy pequeña adornaron a Blanca. Cuentan que antes de cumplir un año de manera muy vivaz cantaba la paisanita, canción que tenía una larga letra, ignorando ellos donde la había aprendido.

Blanca, y su hermano mayor, Guillermo, desde muy pequeños se encargaron de animar la vida familiar compuesta por siete hermanos, por lo que mamá más tarde nos confiaría que la crianza de los siete no fue difícil ya que los hermanos mayores resultaron magníficos liderando los juegos infantiles que hacían feliz la vida de los cinco hermanos menores, pasaban del juego de los títeres a la tienda, el correo, el cine pre-fabricado, las covachas y muchos más, así que mientras todos la pasábamos muy entretenidos, mamá nos miraba desde el cuarto de costura al pie de la máquina de coser. Y papá naturalmente estaba trabajando.

Este mismo espíritu alegre y travieso la llevó a Blanca Neira a dirigir los juegos escolares con amigas como Carmencita San Román; de allí que esta vez fue la religiosa española, madre Pilar Conde, quien también comentaría años más tarde que estas dos alumnas habían sido todo un apoyo en esta etapa, ya que las niñas se la pasaban entretenidas gracias a las iniciativas de Carmen y de Blanca.

La capacidad de dar, se manifestó en Blanquita desde muy tierna edad, por lo que en la juventud se unió a la Acción Católica de Arequipa, ejerciendo allí una militancia comprometida.

Su carrera profesional como Médico Neurocirujano del Hospital Guillermo Almenara fue de un servicio al mundo obrero, al débil, durante 30 años y en la Clínica Padre Luis Tezza por 25 años .Sus pacientes la recuerdan por su experiencia profesional y su trato profundamente humano y cristiano.

Fue la primera Neurocirujana de Sudamérica, a pocas mujeres se les ocurría entonces a optar por rama de la medicina por tan exigente.

Obtiene el Premio Honorio Delgado por su aporte científico a la Medicina. Edita con el Dr. Esteban Rocca el libro de Neurocirugía que es volumen de consulta obligado de todo estudiante de medicina que se precie de serlo. Participa en Congresos Internacionales como Relatora Oficial. No podemos negar que a Blanca le iba bien, era buena en lo que hacía.

Pero su labor empieza a trascender lo netamente Quirúrgico –científico; el aprecio al valor infinito de la vida y de la familia hizo que su trabajo a favor de la vida y de la familia en CEPROFARENA por más de 20 años le consumiera la vida. La doctora Blanca exponía en sus conferencias ante grupos de 10, 100 o 1000 personas, en lugares como Camacho ó en San Juan de Lurigancho, en Bolivia, Arequipa, Cañete, Ayacucho y tantos otras ciudades, ante escolares, universitarios, profesionales, hombres y mujeres de toda condición, su mensaje era creativo, lleno de sapiencia, de seguridad, de certeza y hasta de poesía, expuestos con sencillez y fascinación, los oyentes en su mayoría quedaban siempre convencidos de las verdades expuestas; había que ser muy testarudo (a) para no dejar abierta la posibilidad de que el mensaje era real; que Blanqui hablaba con verdad.

El Padre Francisco Domingo, su confesor durante muchos años, en la homilía de cuerpo presente, comentaría que sin duda muchas personas hombres y mujeres estarían caminando en este mundo, sin siquiera sospechar que le debían la vida a Blanca Neira.

Y, murió en su ley, sus hermanas Isabel y María Elena dicen: “en más de una ocasión Blanca nos pidió que no la detuviéramos porque nos decía “hay que dar hasta que duela” como Teresa de Calcuta. En su defensa por la vida de los no nacidos y por la familia Blanca dio su vida.

Para cerrar esta Semblanza que pretende solamente ayudar a consolarnos a quienes la quisimos y admiramos profundamente, a creer que vale la pena luchar por este mundo en el que si se puede ser bueno, si se puede ser fiel a los principios, si se puede ser eficiente, si se puede ser valiente y si se puede ser alegre, muy alegre y muy feliz como lo fue Blanquita.

Blanca, en el cielo haz sonreír a los ángeles y desde el cielo haznos sonreír a nosotros.


Gracias Blanca por los 64 años de amor a la vida y a la familia.

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